martes, 27 de julio de 2021
Un balance sobre los balances
domingo, 18 de julio de 2021
El Tiempo es Ilusorio si la Cabeza está en el mismo Lugar
Autor: Sarmiento - Época: Guerras Civiles Argentinas - Fuentes Ideológicas: Ilustración y Romanticismo
Leer el Facundo es una experiencia legible. Es medio raro usar un adjetivo que en esta situación opera casi como una tautología, pero todo aquel que haya leído más de 10 libros sabe muy bien que hay libros y libros, unos hechos por gente a la que se le da bien y otros a los que no. Por suerte, Sarmiento usaba bien la tinta. Para mí desgracia, si bien comunica de forma efectiva el autor puntano, como lectura sigue siendo muy pesado. El texto está muy cargado de rencor y odio. Comprensible, Sarmiento tenía sus razones para odiar a Rosas. Pero creo que todos concordamos que se pasó un toque de mambo con el odio al gaucho, ¿no? Y no me vengan con lo de que su racismo está justificado porque el momento y el contexto y su madre. Esa lógica puede justificar el racismo ad infinitum llegado a cierto punto. El racismo se critica como la lacra que es siempre que se pueda porque, si no les llegó el aviso, como tal el racismo es propio de la modernidad, no de toda la humanidad. Pero continuemos. La Ilustración de Sarmiento se presenta en lo que debe ser el Estado a fundar y por el que lucho la Revolución de Mayo. Aceptable si decimos que fue por lo que lucho una facción, pero tomémoslo. El Romanticismo, sin embargo, es el aspecto que creo que debería ser tomado en cuenta. La noción de una necesidad histórica, de que algo debe, por la constitución de los pueblos, ocurrir. Acá es donde nace el patrón. Por un lado, el país tiene que ser unitario porque así lo dice su geografía desértica. Quien diga lo contrario se engaña así mismo. Por esa geografía desértica surge con necesidad el gaucho, el habitante del país que se hace del molde casi platónico que es la barbarie. Como tal, es una fuerza bruta con un amor pasional al rojo y que solo puede solucionar las cosas con violencia, siendo craneotómicamente imperfecto e incapaz de producir; lo único resaltable de él es su absoluta capacidad como guerrero y algún que otro talento que le genera vivir en la naturaleza. Y por el otro lado está la civilización, representada principalmente por Buenos Aires y todo hombre de ley, ciencia y arte que esté desperdigado entre las élites provinciales. La Revolución de Mayo fue la lucha de la iluminada Buenos Aires contra los reductos del bárbaro hispanismo católico absolutista que representó en su momento Córdoba, pero la polis intelectual para vencer a la salvaje tuvo que reclutar al gaucho, la tercera entidad que se dedicó a la guerra solo para imponerse en lucha al país, con sus referentes en Artigas, Güemes, Quiroga y Rosas, contra hombres de letras como Lavalle y Rivadavia. Pero no importa, porque Rosas civilizó al país con su tiranía, así que solo queda vencerle. Pocos gauchos quedaron con vida -y si Sarmiento logra lo que quiere, menos aún quedaran- y las leyes de la Ilustración podrán imponerse, se podrá crear un estado de buena ley, moderno en su economía, y capaz de atraer trabajadores extranjeros para crear una gran nación moderna.
Así lo quiere la historia.