sábado, 23 de enero de 2021

De Idiotas, Necios y Locos

Multi viral es un disco de Calle 13 que salió en el 2014 y diría que es bastante basado. Sí, que si los ricos deberían hablar de la pobreza y toda la ropa, ya sé, ya sé. Pero sobre gustos no hay mucho escrito y si la banda de Residente y Visitante era mala pues, bueno, tengo mal gusto musical. Traigo este disco a coladero porque contiene una canción llamada Los Idiotas. El tema, como era de esperarse, no va de la economía de Malí sino de los Idiotas. El cómo están en todos lados porque somos todos en cierta medida idiotas y cómo, en cierta forma, son casi necesarios. No sé hace la tonta la canción, que son peligrosos los idiotas, más cuando tienen poder para influenciar la realidad. Pero también son inevitables e incluso una parte central y no un error del sistema. El eje central es como sin la idiotez previa que todos tenemos de cuajo (una tabula rasa ya escrita con imbecilidad) es imposible crecer, aprender y madurar porque no habría un punto de llegada. Se parece un poco a la lógica del "Git Gud" de Dark Souls o de cualquier juego enfermamente difícil. Sino partis siendo malo en el juego, ¿cómo esperas lograr mejora alguna? Para ser buen jugador se es primero uno malo. Lo mismo en la vida. Caminamos porque antes anduvimos tropezando y cayendo. Dejamos de ser infantiles y tontos porque nos percatamos de que con una actitud incoherente no vamos a llegar muy lejos. Como dice el refrán: más sabe el Diablo por viejo que por Diablo. A los sabios los imaginamos con canas por un motivo. Y si, eso nos trae el problema de la gerontocracia con el que seguimos lidiando pero el argumento se sostiene. En Fedón, Platón habla de cómo para que una cosa adquiera una cualidad, debe eliminarse su contrario a través de un proceso. Tenemos la cualidad idiota y por esa cualidad fallamos, pero por esta también aprendemos y lentamente dejamos de ser idiotas.


Necedad es sinónima de estupidez. ¿Y saben quién hablaba de la Necedad? Erasmo de Rotterdam, claro, adivinaron. Elogio de la Locura es una especie de Encomio a Helena moderno, solo que en vez de aplaudir la retórica a través de una metafórica defensa a la dama mítica, es un discurso demoledor hecho por una dama mítica ahora ficticia. La obra filosófica de Erasmo va más por el lado de una sabiduría práctica, del día a día, bajada a tierra, que por el de un tratado más metafísico o teórico muy elaborado. Eso en mi opinión la hace mucho más accesible para el público lego que el setenta y cinco por ciento de libros de filosofía. También es una lectura divertida, lo que es aún menos común. El objetivo es demoler: la sociedad medieval padecía de necedad crónica dice Erasmo básicamente. Sabe muy bien los errores de lo que hace, y aún así, lo hace de todas formas. La necedad permea la sociedad como el agua a una esponja. La iglesia es necia, la universidad es necia, los nobles son necios. El rey lo es por llamar a la guerra y de ella solo sale perdiendo aunque gane. El Papa es necio porque se supone que debe seguir el ejemplo de Cristo y digamos que en el Renacimiento dejaban que desear los Papas en ese departamento. La gente de abajo es necia, necio el niño y de igual forma necio el anciano. Y necesitamos la necedad. Ella nos hace disfrutar el festín porque nos hace olvidar la moderación, nos hace perdonar a los que nos fallan y engañan pero son necesarios para nuestro día a día, nos hace ilusionarnos por los menores gestos, alegranos por detalles nimios y falsos. Sostiene la sociedad como un pilar masivo. Aunque claro, una sociedad necia, destinada a repetir sus errores ad infinitum. Concuerdan bastante en ese sentido Erasmo el neerlandés y René el puertorriqueño: la imbecilidad es, está, existe, no podemos negarla porque parece ser parte del funcionamiento normal de las cosas; pero hay que tener cuidado con los imbeciles. Como los reyes necios que llaman a las guerras en Elogio, como los idiotas peligrosos con cara de presidente que desinforman a la gente.

Para comprender éste último punto, vayamos a la epidemia de presidentes imbeciles que nos aqueja desde los 90s, poniendo como primer caso el niño Reagan y explotando con Menem y De La Rúa en Argentina, y Clinton en EUA. Ahora son comunes en casi todo el mundo. Boris y Theresa en Gran Bretaña, Rajoy en España, Dilma, Temer y Bolsonaro en Brasil, Macri en Argentina, y Bush II y Trump en Estados Unidos. El mandatario imbecil es el derechista que quema el rancho y el zurdo-liberal que desde su tibieza sienta las bases para que surja el de derecha. Presidentes que te das cuenta con verlos en breves que no les llega agua al tanque, que la quijotera la tienen vacua. Los dos modelos de líder necio traen de coladero el mismo problema: rompen todo. Los tibios de la izquierda democrática hacen poco porqué tienen y quieren sostenerse en el poder y preferentemente no meterse con nadie que se lo fracture. Los extremistas, por su parte, queman las relaciones de los grupos sociales, nos alejan y separan unos de otros, afectan el campo de batalla para que ciertas opiniones peores salgan a la luz. Los primeros no avanzan nada por miedo y desencantan las clases bajas, los segundos las separan y empeoran la sociedad en sus mandatos, generalmente haciéndolas autoritarias. Y, ¿por qué? ¿Por qué el dejar que los tibios necios y los extremistas idiotas tengan poder provoca daño? En El Utilitarismo, Mill dice que quien tiene poder social tiene un deber en realizar acciones útiles para la sociedad porque sus elecciones no afectan a un círculo interno si no la sociedad en su conjunto. Multiplicado negativamente, pasa lo mismo: el tibio no hace nada positivo, el extremo hace daño. Y por necedad llegan. Por necios votamos al tibio porque por necios creemos que la calma en la retórica implica confianza, respeto, inteligencia. Y cuando todo se pudre votamos seriamente al extremista porque nos dejamos convencer por su discurso que si cambias un poco los términos se parece al de Hitler. 


Aquí es donde entramos en un problema de la noción de la necesidad o la presencia de la estupidez o la necedad o idiotez. Si, somos necios. También respiramos. No aplaudimos el hecho de que el diafragma baja y respiramos por más que sea objetivamente más importante que nuestros comportamientos necios. También la ira es una emoción u comportamiento vital, necesario y constante de la sociedad y la vida diaria y no veo a nadie haciendo un "Los Enojones" o "Elogio a la Cólera". Podrán retirarme que nadie aplaude conscientemente la necedad pero, A, sabemos que no es verdad eso porque de los presidentes imbeciles se los recuerda más por lo último generalmente que por sus desastres a largo plazo y B, el chiste de estas dos obras reside en que lo hacemos inconscientemente. Quizás debamos alejarnos de la también necia actitud de elegir presidentes por su imagen y elegirlos por lo que prometan y sus logros como tales. O tirarlo todo abajo. Lo que ocurra primero.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario