sábado, 20 de marzo de 2021

Pluto: Personidad

Actuarlo a veces lo evoca.



Urasawa es uno de esos autores que sabe acomodar tus engranajes emocionales internos lo suficiente como para que llores. Es su especialidad. Y la aprovecha. Hablo de engranajes porque en cierta forma es mecánico: como Yoko Taro explicaba su método de guion y dirección en juegos, Naoki Urasawa va poniendo "pesas", moviendo piezas, para que llegado un cierto punto te veas superado emocionalmente por lo que lees. 

Pluto es una adaptación de un arco de Tetsuamon Atom (o Astroboy como lo conocemos por estos lares). El arco es la historia de como los robots más fuertes del mundo van siendo derrotados por un robot llamado Pluto y como eventualmente le tocará a nuestro héroe infantil chocar contra él. Urasawa agarra esta historia que es básicamente un arco muy recordado del proto-shonen y le pone su "toque": el toque Monster. De una historia de acción pasamos rápidamente a un suspense dramático de ocho tomos que trata tópicos ligeros como: que es ser una persona, o la guerra de Irak. Ya saben, lo típico del autor de Monster, una mezcla entre preguntas de alto calibre sobre la condición humana y los problemas con los que nuestro tiempo debe lidiar. 

Pluto se distancia teniendo dos protagonistas: Gesicht, el robot detective alemán, es un protagonista tanto o más que Atom. Y en vez de empezar con una batalla -esto es, Montblanc enfrentándose a Pluto y viéndose superado por este-, empezamos con una escena del crimen: la cabeza de Montblanc con dos cuernos clavados a los lados, rodeado por un paraje de árboles quemados de su Suiza natal. Al mismo tiempo, mataron a un activista humano por los derechos robóticos dejándole cuernos clavados en la cabeza en Alemania. Este homicidio importa para la temática principal porque un robot policía también fue asesinado cuando se frenó a ver quien mató al activista. Desmenucemos.

Uno de los tópicos más importantes de la obra es el impacto emocional que posee la muerte sobre las personas. En específico, la muerte de lo que amamos: personas, ídolos, nuestras propias sociedades incluso. Tratemos el caso de los dos robots. La esposa del robot policía es, para ser francos, una robot: salvo por el vestido que lleva, no tiene una cara o expresiones en movimiento. No es Data, sino C3PO. Pero como C3PO o Wall-E, es profundamente emocional. Por su código. Esto lleva a hacer una comparación con los suizos que hacen el funeral público de Montblanc: Montblanc era un robot diseñado para el rescate de personas en los Alpes, de ahí su poderosa armadura y fuerza física, salvó muchos civiles que de no ser por su actuación habrían muerto en avalanchas o por la caída de árboles. Los humanos que fueron salvados por él construyen escaparates, ensamblan pantallas y filas de asientos para un acto en su honor porque lo amaban: los suizos se veían en él, como si el fuera su mejor cara. De ahí que estén profundamente emocionados. Pero la esposa también está emocionada por la muerte de su marido, también sufre el duelo. Ella cuenta como, una vez en su trabajo de mucama, el perro del hijo de uno de sus dueños murió y el niño lloraba desconsolado. Ella estaba sorprendida y no terminaba de entender como era que los humanos tenían reacciones tan fuertes. Pero que ahora con la muerte de su marido ella también estaría llorando desconsoladamente. 

Este es el centro de la pregunta por la personidad de Pluto. No si los robots son racionales o inteligentes, sino si tienen emociones. Y la respuesta positiva se pone en duda por la expresión. Los humanos podemos caer en catatonia, en llanto, en arrebatos coléricos, etc., cuando algo nos deprime profundamente. Un robot, a menos que esté diseñado con una cara detallada que imite los miles de músculos humanos faciales y que tenga un código que los conecte con emociones y sus niveles de intensidad, va a quedar en comparación siempre como C3PO, cuya emocionalidad está comparativamente más clara que la de, por ejemplo, Data. Y eso es un tópico central de Pluto todo el tiempo: cómo los robots tienen que esforzarse constantemente con los humanos para convencerles de que lo que sienten, piensan y quieren es un deseo real y no un designo del algoritmo que les hace funcionar. Si los algoritmos de programación llegan al nivel de crear, no humanos, sino personas (tomo el sentido kantiano del término, seres racionales y conscientes capaces de darse voluntades y tener deseos; un elfo sería una persona, un alienígena como un Vulcano o un marciano son personas, pero un robot como Baymax o un zombie no lo son), las relaciones entre los robots y los humanos deben, por necesidad, cambiar. Se vuelve una cuestión de derecho.  

Los derechos robóticos por así decirse son aplastados constantemente en Pluto. Pasando de largo cosas como el sentimiento anti robótico esperable y que de niños incluso deban trabajar, nos encontramos con cosas del estilo de: un robot no puede matar a un humano físicamente en caso de que sea necesario -por ejemplo, un caso de defensa propia, como el policía-, sus cuerpos son tratados como instancias a reciclar y generalmente no reciben entierro de algún tipo y pueden ser manipulados por el Estado como unidades bélicas de destrucción masiva. Este es el caso de Goji, Pluto, Gesicht y el resto de los robots más fuertes del mundo. Pluto, o más bien, Sahad, el robot persa, fue forzado a emplear el robot más poderoso del mundo para matar a las maquinarias forzadas a su vez a destruir Persia. Salvo por Epsilon, Astroboy y Gesicht que tuvieron roles menores o pacíficos, los robots más fuertes del mundo quedaron congelados en la guerra: Hercules, Brando y Montblanc volvieron profundamente perturbados y North 2, que es per sé un robot bélico, no quiere volver más al campo de batalla. 

Los robots son entidades con una esencia propia, sí, pero física. Pueden cambiar de lugar sus consciencias,  re-acomodarse miembros o sacárselos como si nada, sobrevivir a ataques físicos que a nosotros nos matarían. Y si son inconscientes, se les agrega el móvil de su creación: su función. Pero darles consciencia parte esto: al adquirir consciencia, las entidades pierden su motivo de ser, no su causa material, sino su objetivo exacto, su que hará, que quiere, que desea, y se vuelven personas. Y este motus de ser solo se lo puede dar la propia persona a sí misma, vendrá desde afuera seguramente, pero le tocara a la persona vivir acorde a ese motivo. Tenma rechaza a Astroboy porque no es Tobio: es otra persona, no su hijo muerto, es un robot. Mientras Hércules quedó desencajado por la guerra, con el Pankration como diversión, Brando y su esposa adoptaron hijos. Epsilon, que es la definición de arma de destrucción nuclear con su explosión solar, atiende un orfanato. North 2 no quiere ser una entidad que solo sirve para el exterminio de otros de su clase: quiere dedicarse a la música. Brau-1589 es la rebelión más grande: un robot común y corriente que mató a un humano a sangre fría. El temor que le provocó a la humanidad la posibilidad de que un robot pueda superar la primera piedra de su código fue tan grande que lo ensartaron con una lanza, lo mantuvieron con vida y lo encerraron en un bunker, para estudiarlo y descifrarlo. 

Pero la negación de la personidad del robot en Pluto es, de vuelta, el tópico principal. Que es uno común y que lleva al típico binario de enfrentamiento (dos fuerzas que parecen estar destinadas a matarse entre sí en una ficción, como Mutantes vs No Mutantes, Alienígenas vs Humanos, Vampiros vs Humanos). Que es común en la ficción robótica: El Hombre Centenario de Asimov, La Medida de un Hombre y toda la primer temporada de Picard en el caso de Star Trek, No tengo boca y debo gritar de Ellison, Matrix de las Wachowskis, Terminator, Blade Runner, etc. La gran pregunta que queda es: ¿es salvable la lucha o se puede evitar la confrontación final? 



Como siempre, Urasawa es un humanista. Aunque aquí sirve más bien decir "personista". Cree en un mundo mejor, en la que la derrota última nunca es la final, en la que la verdad eventualmente sale a la luz y que lo bueno de las personas prevalece por sobre lo malo y vil. No es pelear lo que salva al mundo en Pluto sino sacrificio: Sahad, el robot que quiso volver el desértico centro asiático en un jardín de flores, se sacrifica por la humanidad con tal de detener a Goji. Redime así la existencia de los robots más fuertes del mundo, la ciencia salvando su crímenes previos. Como bien dijo Gesicht antes de morir: nada bueno surge del odio. De la muerte. Una ciencia que crea armas de destrucción masiva solo puede redimirse creando herramientas de bienestar masivo, sanando una posible distopía de la muerte con una necesaria utopía de la vida. Los robots conscientes cuya personidad es negada por su frialdad solo se . redime con la interpretación de la emocionalidad humana como hacen Astroboy, Gesicht, Helena o Sahad. Y para lo que a nosotros nos importa -porque una trama que postula la pregunta antropológica del hombre a través de la ya vieja alegoría del robot y metaforiza frontalmente la guerra de Irak-: una humanidad que se provocó un daño tan inhumano a sí misma en el siglo XX que no teníamos palabras para expresarlo completamente hoy día sólo puede redimirse creando bienes a tal escala que no tengamos palabras para describirlos. Que no sepamos expresar nuestras emociones de amor, felicidad y orgullo por tales obras. 

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