sábado, 20 de marzo de 2021

Stalin, o de la identidad de la izquierda

 La URSS es la definición más grande de fenómeno complejo con el que lidiar. Más bien, lo es para nosotros, la izquierda, que en cierta forma nos sentimos de dos formas ante ella: asqueados o nostálgicos y/o melancólicos. Tuvo sus logros, tuvo sus fracasos. Indiscutible es que fue un capítulo importante de la historia del siglo XX. Y su existencia sigue teniendo enormes consecuencias hoy día.

Si bien el colapso del Imperio Ruso y la formación del Estado Soviético fue algo dirigido por Lenin, el consenso es que quien construye el Estado Soviético como lo conocemos hasta que colapsa, terminada la guerra civil rusa, es Stalin. El hombre de acero. No voy a invocar de las cosas que se le acusa y que se le adjudican, ni las positivas ni las negativas, porque sé que están ahí y que el discurso está quemado: quien cree en lo positivo ignorará o devaluará el peso de lo negativo y viceversa. Eso no es lo que me importa la verdad sea dicha. Sino que es lo que nos importa a nosotros como izquierdistas.

Para mi la izquierda debe ser muy abierta y transgresiva. Debe apoyar causas sociales equitativas de todo  tipo. No solo las laboristas. Los derechos religiosos, sexuales, étnicos, individuales, deben ser protegidos. Más manos tiran más fuerte. No recomiendo en lo programático un pactismo con facciones diferentes a la hora de demandar un derecho, pero si el apoyo de esas movilizaciones. 

A nosotros nos toca como meta la descentralización del poder, el fin de su monopolio. Acabar con las instituciones que deciden por nosotros todo. Saber como esta formado el tablero de juego. Stalin, Mao, Tito, entre otros, son líderes muy reconocidos del socialismo que, a su vez, han cometido acciones atroces, dignas más de la derecha xenófoba que de una izquierda que rehusa tomar en cuenta las naciones y busca lo mejor para el proletariado. Y muchos militares del socialismo tomaron el poder y fracasaron en siquiera crear las condiciones positivas de un país de la edad de oro del capitalismo por estar más interesados en imponer una casta militar-burocrática que tener ciertos ideales y objetivos delineados.

Mi postura es la siguiente: la izquierda siempre existió en la historia. Pero quizá la hoz y el martillo fue solo un breve período de ella y ahora le toque avanzar en otros caminos. Como podrán ver, esto es una simple reflexión, nada más.

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